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Los árboles más bonitos y singulares del sureste español
Le cayó un rayo y ardió durante varios días. El fuego la hizo quedarse hueca. Su savia dejó de fluir por los vasos conductores. Pero lejos de secarse, su madera se hizo más dura y su corazón de árbol más resistente. Y así, la vieja encina de la Sierra de María, en Vélez Blanco, logró vivir con su tronco de forma humanoide que parece echar a correr, quién sabe si huyendo de las llamas que todavía queman.
Este curioso ejemplar forma parte del inventario confeccionado por el almeriense Antonio Rubio Casanova, seguramente una de las personas que más sabe de árboles en la provincia. Durante casi una década recorrió la totalidad de términos municipales de Almería en busca de especies arbóreas particulares. Preguntaba a lugareños y pastores que le acompañaban a tomar medidas de altura y grosor y a elaborar una detallada descripción del entorno. Ahora tiene catalogados todos los árboles singulares de la provincia.
Sombra grande y antigua
“El fuego esculpió de una forma curiosa sin parangón la encina de Vélez Blanco, pero en nuestro entorno natural existen otros árboles que destacan por sus dimensiones extraordinarias”, cuenta Rubio. Se refiere a otra encina, la conocida como carrascón de la Peana. Ubicada en la Sierra de Los Filabres, en Serón, tiene una altura de 18,5 metros. Está considerada una de las más grandes y antiguas de toda Andalucía. “En época estival su sombra ha llegado a dar cobijo a más de quinientas cabezas de ganado”, apunta.
Al sur de la Sierra de María, mirando hacia Chirivel, crece un pino en medio de un secano que desde siempre se ha sembrado de cereal y almendro. “Las medidas pasan desapercibidas cuando, de cerca, se observa su particularidad: una grieta atraviesa su grueso tronco, tal vez para dejarse conocer un poco más”, apunta el experto. Cansado de resistir el fuerte viento del norte que sopla en los fríos inviernos de nieve, el pino de los Chaveses se dejó caer sobre aquel lecho donde siempre había estado erguido. Explica un pastor que es como una torre vigía pues, desde su posición, las criaturas más observadoras pueden divisar los paisajes de toda la comarca.
Una parada obligada en este paseo por los árboles singulares de Almería es a la sombra de un vetusto olivo cuya copa forma parte del paisaje agrario del Valle de Tejefín, entre los municipios de Cuevas del Almanzora y Pulpí. “Este ejemplar ha sido criado como un tesoro; el sabio agricultor lo cultiva, no lo deja envejecer y, como si se tratase de una bella princesa, mima su estética”, razona Antonio Rubio. Quizá por eso luce su follaje con coquetería.
“Tiene por lo menos diez siglos”, dijo el poeta Julio Alfredo Egea durante una excursión que sería memorable porque a partir de la misma los almerienses aprendieron a valorar la categoría de la sabina de Chirivel. El caminante puede descubrirla atravesando la cumbre que dista desde la Cueva de los Letreros hasta el Secano Franco. “A saber si aquellos hombres que decoraron las paredes de la Cueva Ambrosio conocían ya el mejor secreto botánico de la Sierra de María”, se pregunta Rubio. Hay quien asegura que se han encontrado puntas de flecha de cuarzo bajo su copa.
Y de la Sierra de María a Sierra Nevada porque en Paterna del Río existe una zona de castaños antiquísimos que dejará con cara de asombro al excursionista. “Contrasta con la idea de Almería desértica, ya que se trata de un bosque de castaños que sobresale por sus dimensiones, su floración y su colorido armónico otoñal, sin olvidar la generosidad de sus frutos”, subraya.
Este particular itinerario debe terminar con la leyenda de la casuarina de Alhabia. Un farmacéutico la trajo de Brasil y la plantó junto al río Andarax. “Allí se ha criado bien y nos da ese follaje y esa sombra en agradecimiento a haberla acogido”, expresa Rubio.
Pérdidas por fuego y sequía
En los últimos años se han producido algunas pérdidas. Tres de los árboles más importantes de Almería han desaparecido a causa del fuego y la sequía. “Ha ocurrido con dos cipreses de Lúcar y Tíjola y un olmo de Chirivel”, mantiene.
Pese a las desapariciones, la sociedad cada vez está más concienciada de la importancia de conservar los árboles. La Fundación Félix Rodríguez de la Fuente ha publicado recientemente un manual de buenas prácticas sobre cómo cuidar las especies más antiguas del planeta.
Además, la Asociación de Amigos Palacio del Almanzora prepara una exposición de todos los árboles singulares de la comarca que por su tamaño, vejez o rareza merecen ser protegidos y contemplados. La idea surgió a raíz de que un pino milenario en Cantoria se cayó de viejo. Los interesados han de mandar sus fotos al correo 100rinconesdelalmanzora@gmail.com. Será un homenaje a las especies arbóreas de este valle.
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